La memoria, nunca había conocido algo tan emotivamente selectivo. La memoria, es como el desposte del pasado, donde las piezas vienen a ser los recuerdos, y el cuchillo es el filo del afecto.
Así como vaca es aquel cuadrúpedo que vaga por ahí y la res es el conjunto de piezas con las cuales, con muchisimo esfuerzo, puedo hacerme a la idea de un animal, mis recuerdos están extendidos en la memoria, y mediante ellos con muchisimo esfuerzo puedo configurar una identidad.
Ver mi identidad como rompecabezas producto de un desposte, genera el vértigo de la no certeza: de una vaca sale una res, pero no de toda res sale una vaca. Puedo devolverme sobre mis recuerdos, pasar revista, uno a uno, pero siento que al hacerlo, van a configurar una imagen distinta del pasado. No hay anécdota que al reiterarse no sea o mas corta, o mas extendida.
Y así como la media res cuelga de un gancho, peligrosamente desgonzada, mi memoria va y viene , pesada, entre el archivo del pasado. A veces viene con mas fuerza, y recuerdo un poquito más profundamente, puedo llorar o sonreír, pero la tendencia es a esquivar el golpe. La media res de la memoria no mide, se bambolea torpe e indiscriminadamente, pero el criterio del afecto interviene, y entonces, recuerdo el recuerdo, y soy un alguien, con un pasado, en virtud de un futuro. Mis flash-backs al pasado se corresponden con mi identidad en el presente, y como el migrante vivo aprendiendo a esquivar la media res, para siempre querer atesorar recuerdos.
e.o.t