jueves, 19 de agosto de 2010

historias de carnicería



Cuando era chiquita solía ir con mi abuelo a una quinta que tenía en Villa Arias, en frente a San Cayetano, en Punta Alta. Ahí solo había una casita y un gran criadero de chanchos. Las demás hectáreas habían sido plantadas alguna que otra vez, pero ese nunca había sido el fuerte de mi abuelo. A él le gustaba criar animales, y creería que le sigue gustando.
El siempre tuvo, o por lo menos desde que yo tengo memoria, una carnicería en la parte de delante de su casa que se llamaba DON ELOY, igual que mi bisabuelo, su padre. Veranos enteros la pasaba ahí adentro, ayudando con la caja, viendo a mi abuela hacer milanesas y hamburguesas y a mi abuela cortar la carne. Me encantaba estar allí con ellos. Me gustaba el resto de hueso y carne que se formaba en la maquina que utilizaba para cortar la carne con hueso. Mi tía y mi mamá cuando eran chicas se ocupaban de limpiar todo eso durante la siesta.
***
Mi abuelo carneaba animales, en general chanchos. Nunca lo ví carnear una vaca, pero seguramente lo había hecho. Yo era chiquita, pero me encantaba estar con él, lo seguí a todos lados. Nunca me asustó la sangre o el sonido agudo y desesperado que sale del cuerpo del animal pronto a morir. Eso era parte de la normalidad de un carnicero, de mi abuelo, y yo lo acompañaba.
Lo que más me gustaba era ver al animal por dentro. Los pulmones son como telitas. Las tripas a la basura. Era descubrir lo oculto, lo interno, adentrarse en la anatomía misma del animal. Allí quedaron todos mis deseos de convertirme en una mujer de ciencias, aunque aun esté a tiempo.
La mesa de metal, el goteo constante sobre el piso, y el pequeño río de sangre que corría por la entrada de porlan hasta llegar a la tierra. Después se tiraba agua para que no quedara allí pegada, aunque nunca se iba del todo.
El olor que cubría todo el lugar era muy fuerte. Apenas te bajabas de la camioneta Ford 100 celeste de mi abuelo ya lo sentías. Recuerdo que antes de ir, solíamos pasar por las panaderías a recolectar las sobras para dárselas de comer a los animales. Eran recortes de pan sobretodo, mezclado con algunos vegetales. Mi abuelo llenaba unos tachos azules que tenía y que colocaba en el acoplado sin tapa de la camioneta.

martes, 17 de agosto de 2010


proyecto carne
la carnicería, el matadero, el frigorífico. imágenes del sur, de nuestro sur. allá por la bahia, junto a arroyo pareja en el sur de la provinicia de buenos aires.
camiones, la ruta agujerada por el peso, y mucho tierra. el frío adentro y afuera, la media res en el hombro, y un delantal blanco lleno de sangre.
este primer proyecto nuclea nuestras imágenes de la infancia. nuestros viajes,paseos y vivencias que confluyen en la carne.